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miércoles, 21 de noviembre de 2018

CUATRO COMEDIA CORTAS

Y con esta terminamos por ahora con la excelente pluma de Silvia N. Martínez, cerrando el acto continuamos con el relato pero de :

UN 31 DISTINTO



RELATORA:   Silvia MARTINEZ 
 YOLY: Silvia AYMERI
MARTA: Alicia RODRIGUEZ
CHOLO: Marisa PEÑA
WEDDING: Graciela CODESIDO
CLOTILDE: Maria Laura VILA
SUEGRA: Estela FAURE
CELESTE: María Rosa SPANO

RELATORA: ¿Se acuerdan de Yoly, la mamá de Celeste, esa nena que usaba vestiditos de broderie almidonados para parecerse a Andrea del Boca? Bueno, han pasado varios años y la nena creció, y creció tanto que se puso de novia y pese a la tenaz oposición de Yoly, se fue a vivir con el muchacho. Veamos cómo se lo cuenta Yoly a Marta, con quien se reencuentra después de un largo tiempo.

YOLY: Fue todo un drama, Marta… ¿Cómo se lo decía yo a los abuelos sin que alguno sufriera un patatús? Pero la solución fue más que simple: Celeste se apareció con Martín (el novio) en la fiesta de egresados de uno de los malvivientes (mis sobrinos, se acuerda), bueno y ahí se lo presentó a todos como SU PAREJA.

MARTA: ¡¡¡¿¿Y la familia qué dijo??!!!

YOLY: Al principio, fue una conmoción y murmullos entre la parentela, pero entonces el Cholo le comentó a los hermanos que la familia de Martín era dueña de una exitosa cadena de farmacias y listo, a partir de ahí fue todo sonrisas y halagos. Unos chusmas.

MARTA: Y ahora que se vienen las fiestas, ¿van a volver a casa de su suegra? Porque que yo sepa, después de aquél famoso 31 no fueron nunca más.

RELATORA: El comentario de Marta hizo sonar una campanilla de alarma en la cabeza de Yoly. Era muy probable que Martín compartiese con ellos la fiesta, y quizás hasta viniese con sus padres para una presentación formal. Había que organizar una comida que estuviese a la altura de las circunstancias. A su imaginación le crecieron unas alas más grandes que las de Arcángel Miguel….

YOLY: Marta, menos mal que hablé con usted… Seguro que Martín elegirá esa noche para traerle el anillo a Celeste y comprometerse delante de toda la familia. El Cholo hizo lo mismo hace muchos años cuando me regaló la “media medalla” para Navidad y todos lloraron y se rieron y brindamos con una sidra fresquita que había quedado olvidada en la bañera, medio tapada con las barras de hielo y una fuente con los restos de la mayonesa de atún de Nochebuena.  Me voy para casa a hablar con el Cholo.

RELATORA: Cuando el Cholo llegó a la casa, se encontró con Yoly esperándolo en la puerta, cruzada de brazos y con una mirada amenazante.

YOLY: Cholo, hay que contratar un catering para el 31.

CHOLO: ¿Un qué?

RELATORA: Pero ella ya no lo escuchaba, había corrido a la mesita del teléfono y hojeaba febrilmente las páginas amarillas de la guía telefónica. Anotó varias direcciones, pero pronto se dio cuenta de que le faltaba un dato esencial.

YOLY: Cholo, ¿Cuántos seremos? Ayudáme a contar. Tu mamá, tu hermanita con el marido (que espero no traerá un pan dulce sin fruta seca, como la última vez), el Hugo con la Tita; la Clotilde con el inútil y los dos malvivientes con las novias; mi mami y el santo de mi papi; mi hermanito y su inseparable amigo Rocco… Hay que contar también a Martín y Celeste, los padres de él y su hermana mayor… ¿Viste que vive en Alemania? Pero seguro que para el compromiso de los chicos viene con su familia, son como seis. Ah! Y vos y yo. A ver, Cholo, cuántos contaste?

CHOLO: Y, unos 27. Pero Yoly, acá no entran 27 personas sentadas y ni siquiera tenemos 27 sillas. Les podemos pedir a los vecinos algunos banquitos, pero no, igual no alcanzan, para el 31 todo el mundo tiene gente.

RELATORA: Volvió a tomar la guía y pronto aprendió que lo que ella quería hacer era un evento y que la mayoría de las empresas consultadas no organizaban eventos para el 31 de diciembre, o que 27 personas eran muy pocas para un catering, hasta que alguien le sugirió que para esos grupos chicos le convenía contratar un wedding planner. Acudió entonces a Elsita, la peluquera.

YOLY: Mi amor, me tenés que salvar, quiero organizar un evento y necesito un wedding planner. ¿Vos conocés alguno?

ELSITA: Por supuesto, pero, qué querés hacer? Para qué querés un wedding planner? ¡Ya sé! ¡Se casa la Celeste! ¡Me muero, contáme! Y la Clotilde que no me contó nada…

YOLY: No, no, pará, es para…para la hija de una amiga…

RELATORA: Le costó bastante a Yoly convencer a Elsita que Celeste no se casaba, pero al fin consiguió un teléfono de un auténtico wedding planner, que resultó ser una mujer. Alejandra. La contactó por teléfono y le explicó a grandes rasgos lo que necesitaba. 


 ALEJANDRA: Señora, lo que usted quiere es mejor realizarlo en un espacio más reducido que un salón de fiestas, yo le sugiero una quinta en Pilar, o en una isla del Tigre…

RELATORA : A Yoly la idea le pareció alucinante. El compromiso sería en el Tigre, con una carpa enorme armada sobre el césped, a orillas del río, llena de mesas y sillas forradas de raso, todo iluminado con esas velas enormes que largaban perfume a vainilla y que estaban tan de onda y seguro que también servían para espantar a los mosquitos.

YOLY: A la nena, ni una palabra. Te imaginás, Cholo, la cara de sorpresa cuando bajaran de la lancha y se encontraran con los invitados bailando a la luz de la luna… Dios, bailando. Necesitamos ya una orquesta, no vamos a llevar el pasa cassette… Benditas páginas amarillas, nunca pensé que iba a usarlas tanto.

RELATORA: Yoly corrió a buscar más papel para anotar direcciones y recién advirtió que el Cholo se había quedado dormido después de rezongar por lo que vendría de teléfono y ni siquiera entendía bien lo que su mujer quería hacer.

YOLY: La ropa. Necesito un vestido de noche. Largo, por supuesto y si es posible, todo bordado en piedras. Negro no, es muy fúnebre. Mejor verde, ¡o dorado!, nunca tuve un vestido dorado. Voy a parecer Araceli González, un poco más rellenita, pero puedo hacer dieta, total, faltan 15 días para el 31.

RELATORA: Recién ahí se dio cuenta de que no había tiempo para nada. Se levantó de un salto, sacudió al Cholo sin misericordia hasta que estuve bien despierto y entonces le preguntó, mirándolo fijo a los ojos para que no mintiera.

YOLY: ¿Cuánta plata hay en el inodoro?

CHOLO: ¿Qué decís? ¿ Cómo en el inodoro?

YOLY: Vamos Cholo, no me hagas perder tiempo. Hace rato que sé que guardas la plata en una bolsita de plástico dentro del depósito del agua, y si no la saqué fue porque me daba asco. Pero ahora estamos frente a una emergencia y me tenés que entregar hasta el último peso.

RELATORA: El Cholo trató de negarlo, pero al fin se rindió y entregó la bolsita.  Yoly la abrió, frunciendo la nariz, pero al ver el grosor del rollito que formaban los billetes, 
 Una dulce sonrisa iluminó su cara y besando la incipiente calva del Cholo, se sentó a su lado, cerró los ojos y suspiró con satisfacción. Dos días después recibió en su casa la visita de Alejandra, la wedding planner.

ALEJANDRA:  Bueno señora, le traje una lista de las cosas imprescindibles para un evento inolvidable: La isla en el Delta, la carpa, lanchas para transportar a los invitados, las invitaciones con la fotos de los novios, catering tipo finger food mexicano, moblaje para la carpa forrado en negro y dorado, barra de vinos, dos DJ para el baile y cuarteto de cuerdas para la cena, cortina de agua para proyecciones, disfraces onda gangsters del ’20, DVD filmados durante el evento para entregar como souveniers y panquequerías y heladerías instaladas en kioscos distribuidos en el parque. Ah! Algo muy importante: el desayuno es sin cargo y consiste en una gaseosa sin azúcar y un antiácido.

RELATORA: Yoly se había quedado muda, pero cuando Alejandra le entregó una tarjetita donde figuraba el costo del evento, un agudo ¡¡¡¿Cuánto?!!! Resonó en toda la casa, atravesó el jardín del frente y se estrelló contra el pavimento de la calle. Aquello significaba que no alcanzaría con el rollito del Cholo y debería recurrir a sus ahorros, cuidadosamente escondidos debajo del arroz, en el tarro del café. Al día siguiente, la conmoción se repitió en el shopping, cuando le dijeron el precio del vestido dorado bordado con piedras, pero ahí, por suerte aceptaban tarjeta en 12 pagos.  Los últimos días antes del 31 pasaban volando y Yoly tuvo que avisar del evento a la familia. Hubieron reacciones diversas:

CLOTILDE: Sos una desconsiderada, Yoly! Cómo me avisás recién ahora, ¿me querés decir cómo hago para encargar mi ropa en tan pocos días? Pero claro, seguro que la tuya ya la tenés lista hace meses. ¡Qué desconsideración!

SUEGRA: (resignada) Bueno Yoly, no te preocupes, el Hugo y la Tita alquilarán algo y yo, con el vestido de luto, me arreglo… Lo malo es tu cuñadita, que se marea en la lancha, esperemos que no vomite todo….

RELATORA: El último problema fue el de sus santos papis que le dijeron que si ella no les compraba la ropa adecuada, no podían ir, lo mismo que su hermanito, que vivía en bermudas y ojotas todo el año.  La única que no preguntaba nada sobre la cena del 31 era Celeste. Yoly pensaba que seguro ella creía que iban a pasarlo en casa de los abuelos, como siempre. Aquella noche esperaban a Celeste y Martín que habían avisado que pasarían “un minuto” 

YOLY: Cholo, cortá un poco más de salamín, que compré el que le gusta a Martín. ¿Vos creés que habrá llegado ya la hermana de Martín de Alemania? Es tan lejos… ¿Se quedarán en un hotel, o irán a la casa de los padres? No, que hotel… seguro que van a la casa, que debe ser enorme, con la plata que tienen… Pero ya van a ver cuando lleguen a la isla. Con la boca abierta los voy a dejar…

CHOLO: ¿Ya se lo dijiste a los chicos?

YOLY: (CON BRUSQUEDAD) No, se van a enterar ahora.

RELATORA: El Cholo asintió con la cabeza y agregó unos cubitos de queso y unas papas fritas al plato de los ingredientes. Entonces entraron Celeste y Martín. Ella, como siempre, una avalancha de besos y palabras, él, una mirada llena de amor y un silencio que lo decía todo. La muchacha no paraba de hablar y Yoly, que esperaba una pausa de su hija para hacer su maravilloso anuncio, se estremeció al escucharla hablar del 31.

CELESTE: Mamá, ¿me escuchaste?

RELATORA: Yoly se llevó una mano a la garganta, como para ayudar a las palabras a salir.

YOLY: ¿Qué, hija, qué dijiste?

CELESTE: ¡Nos vamos al Caribe, má! El avión sale en 2 horas. Martín me tenía preparada la sorpresa, por eso no les dije nada antes. Ustedes van como siempre a lo de los abuelos, no?. Bueno, les dan saludos a todos y les dicen que a la vuelta pasamos a tomar unos mates con la abu. Chau pá, un besote y cuidado con los cohetes; y vos, má, no comas mucho, cuidado con el colesterol. No me extrañen ¡Los quiero mucho!

RELATORA: Yoly quedó sentada, muda, hasta que el Cholo le alcanzó un vaso con vermut y un palillo con una rodajita de salame, al tiempo que le daba unas palmaditas en el hombro.  Recién entonces lo miró, alzó el vaso en mudo brindis, y dijo:

YOLY: Y bueno, lo siento mucho, pero como no hay tiempo para nada, este año se van a tener que conformar con un pionono de jamón y queso, y además, vamos a ir a lo de tu mamá, que tiene el patio grande y allí cabemos todos. Después la llamo, le cuento y le pregunto si quiere que la ayude con el tuco, porque si esperamos a la inútil de tu hermana, no comemos hasta Reyes…






























1 comentario:

  1. Delirante! Hasta veo las escenas detrás del relato, gracias por traerlo al blog, Damas, un beso grande para todas! Cristina

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