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jueves, 25 de enero de 2018

CONTRATO DOCENTE - 1923 -


En 1922  asume la presidencia de la Nación el Dr. Marcelo T. de Alvear, entre los ministros que nombra está Celestino I. Marcó a quien le entrega la cartera de Justicia e Instrucción Pública. 


En 1923 los docentes para acceder al puesto, tenían que firmar un contrato que hoy sería imposible de aceptar.
Para aquellas que no lo conocieron aquí va.  


CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN -
 CONTRATO DE MAESTRAS 
  
                                                              AÑO 1923   
Este es un acuerdo entre la señorita............maestra y el Consejo de Educación y de la Escuela por el cual la señorita ..................................acuerda impartir clases por un periodo de ocho meses a partir del......................de 1923.
    
La señorita acuerda:
 
   1* - No casarse. Este contrato quedara automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa
   2* - No andar en compañía de hombres.
 
   3* - Estar en su casa entre las 8 (ocho) de la tarde y las 6 (seis) de la mañana, a menos que sea para atender una función escolar.
   4* - No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
   5* - No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin el permiso del presidente del Consejo de   Delegados.
   6* - No fumar cigarrillos. Este contrato quedara automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.
   7* - No beber cerveza, vino ni otras bebidas espirituosas. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra bebiendo....
    8* - No viajar en ningún coche o automóvil con ningún hombre excepto su hermano o su padre.
   9* - No vestir ropas de colores brillantes.
  10* - No teñirse el pelo.
  11* - Usar al menos dos enaguas
  12* - No usar vestidos que queden a mas de cinco centímetros por encima de los tobillos.
  13* - Mantener limpia el aula.:
          a) Barrer el suelo del aula al menos una vez al día. 
          b) Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente y jabón.
          c) Encender el fuego a las 7 (siete), de modo que la habitación esté caliente a las 8 (ocho) cuando  lleguen los niños.. 
          d) Limpiar la pizarra una vez al día.
   14* - No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.





Alumnos y docente en 1923

martes, 23 de enero de 2018

HISTORIAS DE MUJERES DE LA HISTORIA : Camila O'Gorman

CAMILA O´GORMAN 





            Camila O´Gorman y Ladislao Gutiérrez tal vez nacieron en el momento equivocado, apenas había transcurrido el primer cuarto del siglo XIX: ella era una niña de sociedad de clase alta y él un sacerdote católico de la orden jesuita que, por haber hecho el seminario con uno de los hermanos de la joven, comenzó a frecuentar la casa.

Se decía que él era juicioso, lleno de aptitudes y que había llegado a Buenos Aires para seguir la carrera eclesiástica. Fue ordenado a los 24 años y designado párroco de la Iglesia del Socorro.

            Camila tenía una fuerte personalidad probablemente heredada de su abuela (Anita Perichón, amante de Santiago de Liniers); era amiga íntima y confidente de la hija de Rosas.

            Poco tiempo después de haberse conocido los jóvenes iniciaron un romance clandestino, en 1847 se fugaron a caballo refugiándose en le provincia de Corrientes. En Goya, después de haber obtenido una nueva identidad, abrieron una escuela para niños y pudieron vivir cuatro meses de felicidad.
            Su destino final debía ser el Brasil, pero no pudieron alcanzarlo ya que se toparon con un sacerdote irlandés que conocía a Ladislao y los descubrió.

            Al día siguiente ambos jóvenes fueron encarcelados e incomunicados, a pesar de ello Camila logró hacerle llegar una carta a su amiga Manuelita Rosas quien le prometió ayuda.

            Las declaraciones que hicieron ambos jóvenes por separado no mostraban arrepentimiento ya que aseguraban estar satisfechos a los ojos de la Providencia y tener sus conciencias tranquilas.




Rosas ordenó la inmediata ejecución de los amantes sin dar lugar a apelación o defensa alguna.

            Manuelita jamás se enteró del avanzado estado del embarazo de su amiga.

Cada uno de ellos fue sentado en una silla, les vendaron los ojos y, escoltados por la banda de música del batallón, los llevaron al patio y fueron fusilados.


            Según la licenciada Lucía Gálvez “esta historia de amor de inocentes víctimas de intereses políticos, iba a convertirse con el tiempo en el suceso más imperdonable del gobierno de Rosas…sería el comienzo del fin”.

            Por último un detalle curioso: quien más influyó sobre Rosas para que ajusticiaran a los amantes fue el presbítero Felipe Elortondo y Palacios (Dean de la Catedral de Buenos Aires), claro que don Felipe olvidó comentarle a Rosas que él también había tenido un hijo con doña Mercedes Elizalde, dama de la sociedad. El niño fue adoptado por su madre y un tío del presbítero Elortondo, dando origen a la familia Elizalde de la que desciende María Luisa Bemberg, directora de la película “Camila”.


                                                                            CORA STÁBILE

                                                                           Noviembre 2009.

sábado, 20 de enero de 2018

HISTORIA DE LAS CALESITAS

 Historia de las calesitas y/o carrusel recopilada de la página de la.
 Asociación Argentina  de Calesiteros y afines.

La palabra Carrusel tiene sus orígenes en el idioma italiano Garosello, y en español Carosela que significa "Primera batalla".
Así se llamaba un ejercicio de entrenamiento para combate que practicaban los turcos y los árabes allá por el año 1100, y que reforzaba la preparación de los jinetes para la batalla al atacar con espadas de madera a muñecos que representaban al enemigo. Consistía en caballos de madera suspendidos de vigas que eran soportadas por una columna central. El entrenamiento de los jinetes se centraba en apuntar con lanzas, tratando de ensartar anillos ubicados alrededor del carrusel (sortija).



La primera que llegó a Buenos Aires fue en 1860 y estaba impulsada por un caballo. Hacia 1930 llegó el motor naftero y con el tiempo los demás avances técnicos, que lograron convertirlas en una de las diversiones preferidas de la niñez.


















Las calesitas tienen caballos, autitos, avioncitos, trencitos, tazas —especie de mini calesitas con sillitas—, lanchas, perritos. Algunos caballitos son réplicas de las pinturas de Florencio Molina Campos. La mayoría de los barrios porteños tuvieron y algunos tienen aún su calesita. La denominación “calesita” es argentina. Deriva de la expresión “vamos a jugar a las calesas”. De ahí, al “calesero” y al “calesitero”, hasta llegar a la “calesita”.







 En la calesita los caballos de madera permanecen quietos, mientras que en los carruseles suben y bajan. Esta es la principal diferencia aunque se nombren indistintamente.








Las Calesitas de Buenos Aires son consideradas patrimonio cultural. La primera calesita argentina se instaló entre 1867 y 1870 en el antiguo barrio del Parque, que quedaba entre lo que hoy es el Teatro Colón y el Palacio de Tribunales, donde se encuentra actualmente la Plaza Lavalle. La misma había sido fabricada en Alemania, ya que hasta 1891 no se fabricaría una en el país. Esta primer calesita argentina fue construida por Cirilo Bourrel, Francisco Meric y un financista español apellidado De la Huerta, y fue instalada en la entonces plaza Vicente López. La empresa que habían formado se disolvió a los pocos años, y sólo De la Huerta continuó fabricándolas.
Solía vendérselas a los inmigrantes españoles con facilidades pago, para que tuvieran una fuente de trabajo apenas arribaran al país.





El primer carrusel argentino fue fabricado por la empresa Sequalino Hnos., que había sido fundada en la ciudad de Rosario, por encargo de otra empresa, la CUMA - Carruseles Ultramodernos Argentinos La Salvia. Este carrusel funcionó por primera vez en 1943, en un terreno ubicado en la intersección de la Avenida Rivadavia y la calle Hidalgo. En 1946 fue trasladada al Zoológico de Buenos Aires, donde permaneció hasta 1979 cuando fue comprada por 19 mil dólares y trasladado a un predio que posee el Club de Leones, ubicado en la localidad de Ayacucho.
Los paneles tienen tallas en relieve realizadas por el artista Antonio Rispoli, que se inspiró en las ilustraciones infantiles del dibujante Rodolfo Dan. Esas imágenes reproducen las principales escenas del cuento "Los tres chanchitos" y emocionantes pasajes circenses.


Igualmente, la estrella sigue siendo el organito motorizado La Salvia, que, a despecho de los discos láser o de los cassettes, es el único que toca la música. Fue construido por los hermanos Pascual y Vicente La Salvia, fundadores de CUMA, y posee 48 teclas y 180 tubos. Sobre la bandeja hay tres muñecos de unos 45 centímetros de altura, vestidos a
la usanza turca de antaño. El del medio, un adusto director, mueve la batuta con calculado entusiasmo, al compás de la música. 
A ambos lados lo acompañan dos modestos servidores de turbante y ropajes sencillos. Uno agita una campana y el otro aporrea un triángulo. A este se lo robaron hace unos años, pero apareció en las afueras del pueblo, tirado en una zanja. 



Sobre el piso se descubren autitos, aviones con una sola hélice y varios tríos de caballitos y leones que suben y bajan cuando gira el carrusel, con lo que se marca la principal diferencia con las calesitas, en las que los componentes son estáticos.





   Luthiers de profesión, estos hermanos fueron los pioneros en lo que sería la mayor atracción de los chicos argentinos durante muchos años: la calesita. Ya instalados en este país fabricaron los famosos organitos con música. Aprovechando estos instrumentos, Vicente y Pascual tuvieron una idea: formar una empresa para la construcción y explotación de carruseles con música de organitos. La empresa se llamó CUMA -Carruseles Ultramodernos Argentinos Lasalvia- y encaró la construcción de varias calesitas.





Las actuales calesitas de Buenos Aires, un poco más de cincuenta, están instaladas en su mayoría en parques y plazas y fueron construidas por la empresa cordobesa de los hermanos Sequalino, que construía no sólo para el país, sino también para Uruguay, Perú, Chile, Paraguay y Brasil. Cada calesita tenía un período de producción de alrededor de un mes y funcionaban con energía eléctrica, pero como también fabricaban para pueblos donde la electricidad no llegaba, algunas eran movidas por caballos. Sequalino Hnos. encargó al tallista Ríspoli la decoración de las calesitas, quien ejecutó figuras corpóreas como caballos en exposición, leones y burros.
La fábrica que supo proveer de este juego a buena parte de la región, cerró definitivamente en 1984.
La calesita de Pompeya también fue fabricada por la firma Sequalino Hnos. y se caracteriza por los notables tallados en madera de caballos y leones, por los biombos con motivos de cuentos fantásticos o escenas circenses, en cedro trabajado a mano, y la clásica música de los organitos que caracterizaron esa marca desde el comienzo.

Un relevamiento de la Dirección General de Patrimonio, para la Secretaria de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, relevó 52 calesitas en toda la capital, incluyendo aquellas que no están ubicadas en una plaza. Tras un intento de subasta pública, 26 de ellas fueron declaradas como patrimonio cultural de la ciudad para garantizar su preservación, como las de las plazas Almagro, 1º de Mayo, Irlanda, Las Heras y los parques Avellaneda y Rivadavia, entre otros espacios públicos. Fueron muchas las que cerraron: en 1959 llegó a haber más de un centenar. Si desean saber su ubicación puede consultarse el siguiente link  http://www.asociacioncalesitas.com.ar/bsas.html.



La  pera y la sortija son un invento tan argentino como la milonga y el dulce de leche.
La sortija es el  instrumento metálico insertado dentro de la pieza de madera con forma de calabaza. Es agitada por el calesitero, que se posiciona de pie abajo de la calesita en un lugar fijo; mientras los niños intentan agarrarla ya que quien consigue hacerlo, obtiene el derecho a dar una vuelta adicional en calesita de manera gratuita.


La sortija se introdujo en la calesita durante los años 30, época en la que solía encontrarse a calesiteros nómades, que armaban sus calesitas en cualquier potrero, donde permanecían un tiempo y luego se mudaban a otro sitio.
 Y no puede faltar en esta recordación de las calesitas la que tiene nuestra Plaza Mariano Boedo








viernes, 19 de enero de 2018

HOMENAJE A ONOFRE LOVERO

Recordamos la presentación de la obra de María Laura Vila en Boedo en el año 2014  y el acto realizado por la noche donde se entregó el premio que realizara la esposa de Onofre reproduciendo el Galileo Galilei que interpretara el Maestro Lovero



HOMENAJE A Onofre Lovero







El martes 9 de diciembre de 2014 se presentó la obra de una de nuestras Damas del Abanico la Sra. María Laura Vila, que pasa a integrar el "Paseo de las Esculturas de Boedo", la obra en cuestión es un busto de su esposo Onofre Lovero, pieza que recibió el nombre de "Por amor", efectuado en resina poliester.

Por la noche en el Centro Cultural Gral San Martín se realizó la entrega del Premio al Teatro Independiente "Onofre Lovero" siendo el mismo una estatuilla confeccionada también por María Laura a la que dio el nombre de "Eppur si Muove" ( Y sin embargo... se mueve) que representa al actor y director Onofre Lovero en su caracterización de Galileo Galilei










Este premio que se entrega por primera vez, galardonó al reconocido docente, escritor, investigador y director teatral Francisco Javier.














Con la presencia del Director General de Promoción Cultural  Lic. Guillermo M. González Heredia,   el Director Ejecutivo de Proteatro Sr. Alberto Vivian Cattan, se desarrolló el acto que distinguió a los Sres. Roberto Escobar e Igón Lerchundi, mimos, a quien se les hizo entrega de una plaqueta como así también a las responsables del Programa de Formación de Espectadores








 A continuación se difundió un video  con escenas  de diferentes actuaciones del Maestro Lovero y el homenaje que su hija María grabó en Santiago de Chile donde se encuentra bailando con el Ballet Nacional de Chile







Las autoridades presentes pidieron a María y a Laura unas palabras al finalizar  la proyección. 





















Se procedió  luego a descubrir el busto de Onofre, realizado por su esposa y que será ubicado  en el espacio de  PROTEATRO, institución que dirigiera el   regisseur y maestro de actores.


jueves, 18 de enero de 2018

HISTORIAS DE MUJERES DE LA HISTORIA Juana Manuela Gorriti

Otro relato  interesante de una Dama  rescatada de la  rica historia de nuestro país.


JUANA MANUELA GORRITI


            Juana Manuela Gorriti, mujer de vida intensa, apasionada, escritora prolífica, fue considerada la principal escritora argentina del siglo XIX.




Nació en Horcones, Salta, el 15 de julio de 1818, hija de Feliciana Zuviría y José Ignacio Gorriti, en una familia poderosa, con destacada actuación en las guerras de la independencia, lo que le significó perder toda su fortuna. Embanderado en la causa unitaria, Gorriti fue derrotado finalmente por Facundo Quiroga y debió huir a Bolivia.








            Comienza en Tarija un exilio que iba a ser para Juana Manuela el comienzo de una vida apasionante. Existen relatos que la describen como una niña excepcionalmente despierta y bonita, con rizos dorados y ojos vivaces. Temeraria y aventurera.









Lo cierto es que en su viaje a Tarija (tenía entonces 14 años), llevaba el recuerdo de un preceptor con el que estrenó tórridos amores. Allí conoció al joven teniente Manuel Isidoro Belzú, oficial del ejército boliviano, con quien se casó. Ambicioso, con pocos escrúpulos, de temperamento impetuoso y temerario, fue el padre de sus dos hijas: Edelmira y Mercedes.




Mercedes Belzú Gorriti



            El hogar que constituyeron fue al principio tranquilo, pero un creciente deterioro los llevó a la separación 14 años más tarde. Se dice que Belzú la repudió por celos, pero en el escrito que justifica la anulación del matrimonio abunda en otros argumentos: la acusa de indiferencia conyugal y falta de imaginación en el lecho. Dice que su presencia en la cocina era insufrible debido al indigente repertorio de carne sancochada, empanadillas insulsas, arroces lánguidos y aves de corral asadas a la que te criaste. No vaciló en calificar de “bazofia” el puchero que ella preparaba y le servía día y noche.







 La propia Juana Manuela consigna esta anécdota en el prólogo de su libro de recetas que tituló: ¡Cocina ecléctica!, donde admite haber frecuentado más la lectura de Plutarco, Virgilio y Racine, que en haberse preocupado de contentar el paladar de su bravo y celoso marido.
         

  Cuando Belzú fue desterrado, su mujer y sus hijas lo acompañaron al Perú. Allí Juana Manuela encontró su lugar en el mundo. Y cuando él regresó a Bolivia lo hizo sin su mujer y sin sus hijas. Ella entonces abrió una escuela primaria y un colegio para señoritas, iniciando una serie de veladas literarias que atrajo a famosos escritores, destacándose ella misma como narradora, publicando en diarios y revistas de toda América e incluso de Madrid y París.



            Durante esa estancia en Perú y luego de separada de Belzú, tuvo otros dos niños, sin declarar nunca de quien (o quienes) eran hijos.


            En 1850 Belzú protagoniza un levantamiento en Bolivia y es proclamado presidente, pero durante la revuelta es asesinado por el dictador Melgarejo, que abandona el cadáver en el Palacio de Gobierno hasta que Juana Manuela, que se encontraba en La Paz visitando a sus hijas, se presenta a reclamarlo. Cuenta ella: “Cuando me dijeron que Belzú había caído, corrí en medio del combate, llegué hasta el desventurado, ya cadáver, lo levanté y lo llevé a casa, a ese hogar que él había abandonado tanto tiempo atrás. Con mis manos lavé su ensangrentado cuerpo y acostándolo en su lecho mortuorio, lo velé y no me aparté de él hasta que lo coloqué en la tumba.”

            Juana Manuela sueña con una bella y dulce venganza: hacer triunfar la causa del pueblo y se pone al frente de un movimiento político, pero el gobierno la obliga a salir de Bolivia y retorna a Lima, su lugar.

            Argentina fue su lugar de origen, la tierra de su infancia y también la que eligió para pasar sus últimos años.

            Bolivia la tierra donde se hizo mujer y se casó, donde fue esposa y madre por primera vez.

            Pero fue Perú el país que la vio desplegar su potencial como ser humano y desarrollar los aspectos que hicieron de ella la figura que quedó como un legado para las generaciones de mujeres por venir. Escritora del triunfo de la feminidad y los derechos de la mujer, muy independiente para su tiempo, interesada por el lugar de la mujer en la sociedad, de ella dijo la escritora Martha Mercader, autora de Juana Manuela Mucha Mujer: “Era mucha mujer para un general de la época.”

            Murió en Buenos Aires, el 6 de noviembre de 1892, a los 75 años, cargada de laureles y leyendas.


                                                                            LEONOR MAZZARONE


                                                                                          12/12/2009

domingo, 14 de enero de 2018

Como llegó la Quinta de Olivos a ser Residencia Presidencial

Nota de Juan Pablo Bustos Thames  publicada en el Diario La Nación en octubre de 2015


La historia del predio es tan vieja como la Ciudad; el lote fue otorgado por Juan de Garay a uno de los colonos que trajo de Asunción. El vínculo con un vocal de la Primera Junta y la donación de un dandy soltero y generoso.



La legendaria Residencia Presidencial de Olivos ubicada a unos diez kilómetro al norte de la ciudad de Buenos Aires, en la localidad del mismo nombre es, seguramente, uno de los edificios que simbolizan la investidura del primer mandatario en la República Argentina.
Ahora bien, ¿Cómo es que este extenso predio, de alrededor de treinta y cinco hectáreas, ubicado en el partido bonaerense de Vicente López, llegó a ser la residencia del titular del Poder Ejecutivo en nuestro país?
Juan de Garay fundó, por segunda vez, la Ciudad de la Trinidad y el Puerto de la Santa María de los Buenos Aires el 11 de junio de 1580. En su expedición, originaria de Asunción del Paraguay, Garay vino acompañado de 64 hombres y una mujer (Ana Díaz), con sus respectivas familias.
Entre estos primeros habitantes, Garay repartió las extensas parcelas en las que dividió la tierra anexa al poblado que acababa de fundar. Después de lotear los terrenos los distribuyó por sorteo a cada colono que trajo de Asunción. Al militar Rodrigo de Ibarrola le tocó la suerte  número 39 que comprendía:

1°) El cuarto de una manzana próxima a la Plaza Mayor, (hoy Plaza de Mayo) detrás del Cabildo Porteño, para ser más precisos.
2°) Una huerta de aproximadamente una manzana, en el actual barrio de Constitución; que por entonces quedaba al Sur del poblado originario


3°) Una extensa “Chacra” de unas 300 varas de Este a Oeste ( unos 250 metros), contados a partir de la barranca del río, hacia el interior; por una legua de largo (5 kilómetros paralelos al río). Se trataba de una línea de “Chacras” que nacían cerca de la actual Plaza del Retiro hacia el Norte y terminaban en San Fernando. Era una forma de darles a los primitivos colonos porteños una extensión adicional de terreno, para su explotación agropecuaria, fuera del ejido urbano. Así nació la costumbre de muchos vecinos de tener una vivienda en la ciudad y una “chacra” o “quinta” en el Norte de la ciudad, que continúa hasta hoy.


Dentro de la chacra adjudicada a don Rodrigo se encontraba el terreno en el que  hoy se erige la “Quinta Presidencial” de Olivos, demarcado por las calles Villate, Malaver, Av. Maipú y las vías del Ferrocarril Gral. Mitre.
En aquel entonces, la ribera del Río de la Plata llegaba a sus inmediaciones. Por algún motivo, Rodrigo de Ibarrola no se asentó definitivamente en la nueva urbe; al poco tiempo retornó a Asunción, de cuyo Cabildo llegó a ser regidor, luego de haber ocupado idéntica función en el de Buenos Aires.
No sabemos bien cómo se fue transmitiendo la propiedad debido a que no existía un sistema registral; tampoco se conservan todos los archivos de la Buenos Aires colonial.
En 1774, don Manuel de Basavilbaso, que era administrador general de correos de la ciudad, adquirió esa porción de la “Chacra” originaria de don Rodrigo, a un tal Pedro Morán. Al fallecer don Manuel, la heredó su única hija, Justa Rufina de Basavilbaso y Garfias; quien se casó con un primo hermano suyo, más tarde sería famoso: don Miguel Ignacio de Azcuénaga y Basavilbaso, conocido entre nosotros por el nombre abreviado de Miguel de Azcuénaga.




El padre de Justa Rufina era hermano de la madre de Miguel Ignacio quien presidiera la Primera Junta de Gobierno, tras la Revolución de Mayo de 1810. En 1812 ocupó el cargo de titular de la Gobernación Intendencia de Buenos Aires; con lo que llegó a ser el primer gobernador de la actual Provincia de Buenos Aires. En 1819, fue diputado al Congreso de Tucumán, que entonces ya sesionaba en la Capital. En 1828 intervino en las negociaciones de paz con el Imperio de Brasil. Murió el 19 de diciembre de 1833, en la misma Quinta de Olivos. Su esposa había fallecido el 5 de febrero de 1818.
En vida, ambos disfrutaron de la quinta, donde se había construido una casa, como residencia de descanso. En la ciudad, residían frente a la Plaza de Monserrat (hoy plazoleta Provincia de Jujuy, frente al ex Ministerio de Obras Públicas, en la Av. 9 de Julio, entre Moreno y Alsina)
La casa de la “Quinta” era sencilla de estilo colonial: de una sola planta, con paredes de adobe blanqueadas y techo de tejas; el frente daba a la barranca del río. Muchas de las prominentes familias patrias de entonces eran vecinas de los Azcuénaga. Uno de los hijos del matrimonio, Miguel José, conocido en la familia como “Miguelito”, para distinguirlo del padre, heredó luego la propiedad que los Azcuénaga llamaban “Chacra Nueva” para diferenciarla de la “Chacra Vieja” que heredaría su hermana Manuela.
En la “Chacra Nueva” Miguelito se dedicó a criar caballos de raza. Los vecinos la rebautizaron entonces como “Cabaña de los Azcuénaga” Tiempo después, Miguelito requirió a su amigo y contemporáneo Prilidiano Pueyrredón, único hijo de Juan Martín de Pueyrredón y el más prestigioso arquitecto argentino de entonces, que diseñara una nueva casa, más cómoda y acorde a los nuevos tiempos. Prilidiano se había graduado en el Instituto Politécnico de Francia, y era también un  reconocido pintor y escultor.


Pueyrredón puso manos a la obra y en 1851 confeccionó los planos de su primera edificación importante en nuestro país: la hermosa casa neoclásica que sustituyó a la vetusta vivienda colonial de los Azcuénaga. Su frente es básicamente con pocas adecuaciones, el que conocemos hoy. El diseño de Prilidiano era novedoso, basado en una seguidilla de terrazas divergentes, en tres niveles que, abriéndose en diagonal, van convergiendo hasta transformarse en un hermoso mirador, en la cima.
Por esa época, se llevó a cabo un hermoso e importante trabajo de parquización en el que intervino el famoso paisajista francés Charles Thays (diseñador de los parques de Palermo y otros), quien embelleció la rudimentaria chacra colonial, plantando tipas y araucarias.
Hacia 1863, el ferrocarril llegó a Olivos siguiendo una traza paralela al antiguo Camino del bajo que, desde las actuales Paseo Colón – Leandro N. Alem – Libertador, bordeaba al entonces cauce del río, conectando la ciudad con el norte del conurbano. Las vías partieron en dos la Cabaña de los Azcuénaga, quienes debieron cerrar el ingreso principal por el camino del bajo y habilitar entradas laterales y otra sobre la naciente Av. Maipú, que empezaba a poblarse de nuevos vecinos, al compás del parcelamiento creciente que sufría la entonces villa de Vicente López.





Miguel José de Azcuénaga Basavilbaso murió soltero y sin descendencia, el 19 de enero de 1873. La propiedad pasó a la descendencia de su hermana Manuela, primero a su hija (y sobrina de Miguelito) María Rosa Martina de Olaguer Feliú Azcuénaga. Fallecida esta, la heredó, en 1903, su único hijo: Carlos Villate Olaguer Feliú; biznieto de Miguel de Azcuénaga.




Carlos Villate Olaguer de 31 años, era soltero y de fortuna. Viajaba seguido a París. Durante sus transitorias estancias en el Plata, residía en la Chacra Nueva y desde allí administraba sus numerosas propiedades y hacienda. Tenía un muelle sobre la barranca que daba al río, donde amarraba su yate, con el cual se desplazaba hacia Buenos Aires, cuando lo necesitaba. Al ver declinar irremediablemente su salud, Carlos, que no tenía descendientes, testó a los 46 años, poco antes de morir el 20 de abril de 1918.
Fiel a la generosa tradición de los Azcuénaga, los Basavilbaso, los Santa Coloma y los Olaguer, familias ilustres y patricias de las que descendía, Carlos Villate legó la histórica chacra de los Azcuénaga al Gobierno Nacional “Para que pueda hacer asiento o residencia veraniega” del Presidente de la Nación




Este legado fue aceptado a poco de morir Villate, el 30 de setiembre de 1918, mediante decreto del entonces presidente Hipólito Yrigoyen: “El Poder Ejecutivo de la Nación decreta: Acéptese el siguiente legado hecho por el señor Carlos Villate Olaguer: Al Gobierno Nacional de mi Patria, para que pueda hacer asiento o residencia veraniega, lego parte de mi propiedad denominada Cabaña Azcuénaga, situada en Vicente López, con los límites siguientes: por el Norte con la calle denominada Carlos Villate, por el Sud con la calle denominada Antonio Malaver, por el Este con el Río de la Plata y por el Oeste con la Avenida Centenario, que consta, más o menos, una superficie de treinta y cinco hectáreas. En caso de que el gobierno no aceptara esta donación, es mi voluntad sea construido un gran parque, donándolo al Gobierno Nacional para beneficio público y pulmones de la población, que se denominará Parque Azcuénaga.”
Esta aceptación se efectivizó formalmente el 3 de setiembre de 1920 ante el Juzgado Civil a cargo del Dr. Uladislao Padilla; donde tramitaba la sucesión de Carlos Villate Olaguer.
Así es como esta histórica cabaña pasó a ser propiedad de Estado Nacional. El presidente Yrigoyen, pese a haber aceptado este legado, jamás ocupó la residencia pero envió al Dr. Honorio Pueyrredón a tomar posesión de la misma, en nombre del gobierno.
El primer mandatario que usó la residencia con los fines pensados por Carlos Villate, aunque de modo esporádico, fue el presidente de facto, Gral. José Félix Uriburu, a partir del verano de 1931.
Desde entonces, en mayor o menor medida, casi todos los presidentes que lo sucedieron han mantenido esa costumbre.