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domingo, 25 de agosto de 2019

UN LUGAR EN ESTE MUNDO

 Los toldos desteñidos se curvaban bajo el peso del agua acumulada durante el chaparrón tropical.
El frente de los negocios se reflejaba, distorsionado, en los grandes charcos que eran embebidos con rapidez por el suelo poroso y reseco.
Ella aún mantenía su paraguas celeste desplegado, más atenta al pintoresco paisaje urbano, que al aguacero ocasional.
Él la venía siguiendo desde el hotel y sin advertirlo, también continuaba caminando con su paraguas abierto.
Los nativos reían al verlos pasar, apresurándose a ofrecerles sus variadas mercancías que ambos rechazaban, casi sin verlas.
Al llegar a la plazoleta, ella se detuvo, como escuchando un llamado lejano y lentamente giró, hasta quedar cara a cara con el hombre.
Él sonrió, cerró finalmente el paraguas que ahora comenzaba a protegerlo de un sol, rabiosos y le dijo:
"Yo sabía que existía un lugar en este mundo en el que iba a volver a verte. Caminemos, que el cielo está aclarando para nosotros"

Silvia N. Martínez


1 comentario:

  1. De vez en cuando se producen milagros como éste, hermoso relato, Silvia, un abrazote. Cristina

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