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jueves, 4 de octubre de 2018

CUATRO COMEDIA CORTAS

 El 1 de septiembre las Damas del Abanico se reunieron en Bien Bohemio para recordar las tardes de te y novelas presentando cuatro comedias escritas por Silvia N. Martínez y leídas por algunas de las Damas.
Con una nutrida concurrencia se escucharon : "Puntos de vista", "Pilusos en la playa", "Fin de año" y "Un 31 distinto".
Como intermedio musical se pudo escuchar a Isabel Allevato y Liliana Spano que con sus cálidas voces nos hicieron deleitar con canciones, tangos y boleros.
Para aquellas que no nos pudieron acompañar voy a publicar estas comedias así conocen la pluma de  la  Dama Fundadora, como solía llamarla nuestra inolvidable Grace,
"PUNTOS DE VISTA"
 Personajes:

Relatora: Silvia Martínez
Policía : Estela Faure
Colectivero: María Laura Vila
Jorgelina : María Isabel Peña
Cheta : Graciela Codesido
Enfermera : María Rosa Spano
 Ciego: Alicia Rodríguez
 Hija : Silvia Aimery 


  
RELATORA: Una tarde primaveral, llega a la comisaría 3º el conductor de un colectivo que acaba de colisionar con un particular.
OFICIAL: Bueno señor, acá está su declaración, léala y si está de acuerdo, firme sobre la línea de puntos.
RELATORA: Era su primer choque. Habían transcurrido casi cuatro horas desde el accidente, pero el colectivero aún sentía las piernas flojas. Constató sus datos personales, y más que leer, revivió el hecho…
COLECTIVERO: “Yo venía tranquilo por Santa Fe y al llegar a Callao aceleré, porque vi que se venía la amarilla. De golpe salieron, no sé de dónde, la vieja y el ciego, que se venían peleando y no miraban nada, y entonces tuve que dar un volantazo, y ahí fue que apareció el Mercedes, que cruzaba Callao… pero yo no lo toqué, la mina se metió sola en el maxikiosco de la esquina. Para mí que venía chateando con el celular y  encima se abatató con los gritos de la vieja…  Por suerte, en la unidad no hubo heridos… Solo el gordo del primer asiento, que se hizo pelota contra la vieja máquina de boletos que todavía no sacaron, vio como es la patronal, mucho bla, bla, bla pero nunca terminan de actualizar los coches. Ah!, y un pibe que iba parado, comiendo papas fritas y del susto, vomitó todo en el medio del pasillo, un asco. Bueno, yo firmo, y espero que en la terminal no me multen por el atraso, total, lo que importa es que la unidad salió ilesa.”
RELATORA: Mientras esto sucedía en la comisaría, en una lujosa habitación de la Clínica Principal, la conductora del Mercedes Benz recibía a una reportera de “Rostros”, que iba en busca de una primicia y le relataba así lo sucedido:
JORGELINA: Pero, por Dios, María de los Remedios, qué fue lo que pasó, por favor, contáme todo en detalle, pero eso sí, mi querida, hacélo rapidito porque me cierran la edición, viste?
SEÑORA CHETA: “Jorgelina, mi amor, vos sabés que yo aprendí a manejar casi antes de aprender a caminar, soy una experta, casi como era Delfinita Frers, te acordás?... Aquella chica tan paqueta, que iba siempre a la Mansa en enero, porque no soportaba los turistas que invadían todo Punta en febrero… Bueno, se hizo corredora de fórmula 1… o 2, bueno, no me acuerdo del número, no importa. Volviendo al accidente: No te puedo explicar qué fue lo que pasó. Yo iba a lo de Julita Echeverry Virasoro, que acaba de recibir unos cocoteros enanos del Cairo que son una locura, y al cruzar Santa Fe, con luz verde, porsu, veo ese monstruo amarillo y colorado que se me viene encima tratando de no aplastar a una anciana y un no vidente que peleaban entre sí, sin decidirse a cruzar Callao o subir a la acera. Seguramente algún problema familiar, ¿viste?  Hay gente a la que le encanta hablar en público de sus parientes… Fue en ese momento que a pesar de mi pericia de conductora, el tenducho ése de las golosinas quedó enfrente de mí y ya no pude esquivarlo. Me quedó el parabrisas lleno de pegotes de chocolate. ¡Qué horror, Jorgelina!”
RELATORA: La entrevista fue suspendida por la entrada de una enfermera. 
ENFERMERA: Por favor señorita, tengo que suministrar un sedante a la señora. Déjela descansar, que la hora de visita ya ha terminado.
RELATORA: La enfermera se dirigió luego al office, donde sus compañeras de piso tomaban un té mientras un televisor encendido mostraba un flash informativo con imágines del colectivo cruzado sobre Santa Fe y el Mercedes incrustado en el maxikiosco.
ENFERMERA: Miren, chicas ¡Ahí está el accidente de la cheta de la 305! A ver qué dicen…
NOTERO: Todavía hay dudas sobre lo que pudo haber sido una tragedia, porque no queda claro si el colectivo cruzó con luz amarilla o roja, eso lo decidirá la justicia, si es que hay justicia, no sabemos. Lo que sí sabemos es que los hechos tuvieron lugar a raíz del intento de suicidio de una pareja de ancianos, los cuales, seguramente jubilados imposibilitados de subsistir con sus magros haberes, habían decidido poner fin a sus penurias, luego de una larga vida en común, más de cincuenta años, seguro. De lo que tenemos plena certeza es que tanto el colectivero, como la distinguida dama conductora del importante coche alemán, han puesto sus propias vidas en peligro para salvar a los ancianos, de manera que no se han registrado víctimas en el incidente.
RELATORA: Esa noche, la hija del ciego llegó a casa de su padre muy preocupada, pensando que seguramente debía estar más golpeado de lo que le había dicho por teléfono, en especial después que algunas amigas le habían comentado lo que se veía en la tele.
HIJA: Papá, por Dios! ¿Qué fue lo que pasó? ¿Te caíste? ¿Te golpeaste? ¿No te rompiste la cadera?  Mirá que cuando doña Clara se cayó del colectivo no le dolía nada y a los tres días ya estaba muerta…  ¿Estás seguro que estás bien?
CIEGO: Tranquila, no tengo nada hija, te cuento lo que pasó. (Riendo) Resulta que yo estaba parado en la esquina de Callao y Santa Fe, al lado del puesto de flores que hay cerca del cordón, disfrutando del perfume de los jazmines, cuando de pronto una mujer me asió del brazo, obligándome a bajar el cordón. Sorprendido, traté de zafar, diciéndole que no iba a cruzar la calle. Entonces me di cuenta que la mujer era sorda como una tapia, y se había empeñado en cruzarme cualquiera de las dos avenidas, pese a mis protestas y forcejeos. No hubo manera de hacerle entender que yo no quería cruzar, que estaba simplemente esperando a tu madre, que estaba en el dentista, para ir después a tomar un tecito por ahí. En medio de la discusión se produjo el choque del  auto con el maxikiosco y escuché la tremenda frenada del colectivo, pero  te aseguro que del choque,  yo no vi nada.
                                                                                                                                                                                       
                                                                                 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        
 

                                                                                     

2 comentarios:

  1. GRACIAS SILVIA!!!!! Hilarante desenlace! Toda la historia está buenísima, propio de "la pluma de la DAMA fundadora". Quedo a la espera de las otras que imagino van a ser incomparables, un abrazote! Cristina
    P.D. Y la próxima voy con bastón!

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  2. Gracias Cristina, espero que no necesites el bastón!!!!

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